04/19

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Girando como fieras

El Pais

Marcos Ordóñez

‘La zanja’, lo último de Pako Merino y Diego Lorca, recorre 70 teatros y realiza 93 funciones desde su estreno a finales de 2017

He visto en la Villarroel barcelonesa una función que parece una serie de intriga, con dos actorazos que encarnan a una decena de personajes, recreando diversos lugares en un espacio desnudo. Estoy hablando de La zanja, lo nuevo de Pako Merino y Diego Lorca, de Titzina Teatre, que combinan crónica social, humor negro y toques de realismo mágico en una compleja y fluidísima estructura con habilidad y ritmo de malabaristas. Como eco de la lucha de Pizarro y el inca Atahualpa, la historia central aborda el enfrentamiento entre Alfredo, el alcalde de Cajamarca, un pueblo peruano, y Miquel, el ingeniero técnico de una multinacional que llega para abrir una mina de oro.
Entre los presuntos secundarios, que se convierten en protagonistas tan pronto pisan escena, conocemos a paisanos de la zona (entre fools y graciosos del Siglo de Oro), ancianas, víctimas y sicarios, un recepcionista obsesivo, criaturas de leyenda y todavía vivos, todos ellos espléndidamente retratados.

Para rastrear la colonización y un conflicto del presente, Merino y Lorca se fueron a vivir un mes a Perú y dos semanas a República Dominicana, y en Choropampa (provincia de Chota, al norte de Perú) hablaron con los testigos del caso de un camión minero que en junio de 2000 volcó accidentalmente mercurio líquido, provocando la contaminación de la zona. No abunda gente como Merino y Lorca: conjugan talentos autorales y periodísticos, dirigen, interpretan, y también se encargan de la gira, en la más pura línea de los grupos del teatro independiente de los años setenta.

Hablo con ellos y me quedo a cuadros. En estos tiempos, cuando para conseguir un bolo teatral hay que hacer una rogativa, me dicen que La zanja ha recorrido 70 teatros y ha hecho 93 funciones desde su estreno a finales de 2017. También hay que contar su éxito en el Festival Iberoamericano de Cádiz, en 2018. Y hasta marzo de 2020 hay 46 funciones cerradas y 17 reservadas y pendientes de confirmación. ¿Cómo consiguen eso?, les pregunto. ¿Por medio de la hipnosis?

Pako Merino ríe. “Muchas llamadas: ese es el secreto. Cada mañana, desde las 9.30 hasta las 14.30, estamos al teléfono haciendo la distribución de nuestra función, por lo que seguramente, además de las 17 funciones pendientes de confirmar, se sumarán más en los meses siguientes”. El tiempo, paradójicamente, juega a su favor: “Como tardamos mucho en preparar cada espectáculo —rastrear el asunto, documentarlo, escribirlo, ensayarlo, levantar la escenografía—, poco a poco vamos creando una red de gente interesada. Si les gustó el anterior, quiere disfrutar del siguiente. Incluso hay espectadores que han venido dos veces para ver el mismo”.

De momento están en la Villarroel hasta el 22 de abril. Luego siguen girando por España (lo más inminente: Bizkaia, Granada, Valencia, Asturias). Ahora, me dicen, su objetivo es conseguir un teatro que acoja La zanja en Madrid en 2020 “para estar como mínimo tres semanas. Y queremos encontrar tiempo ese mismo año para presentarla en Sudamérica”.